martes, 29 de junio de 2010

Pianoman

El Pianista se levanta cada mañana y la ciudad grita fuera de su ventana.
 Leyes que no existen le murmuran desde el escritorio y un pinche vació espera su fotografía.
Hace rondas de un lado a otro y se mira en un espejo. 
No reconoce aquel hombre que le mira de cabello que rasguña apenas los hombros, sin afeitar y su mirada, es triste esta mañana. 


 El pianista no quiere escuchar, no quiere atender y en sus ojos llueve.
Sale la calle, afronta el mundo, pelea por curar su hambre, su sed, su justicia y emprende viaje al infortunio que como el sol, se repite cada mañana.


Cruzando el arco iris, baja de un tren, libros pesan bajo su brazo y cree verla entre los extraños; quiza  buscando sus noticias en el periódico de un café, gritándole efusiva, deseando en una fuente, despidiendole en un esquina.

 Derrotado
 muere en su sofá y la sueña. Nítida, musical, hermosa como siempre la tendrá en su cabeza. Graciosa juega entre las nubes de sus ilusiones y le llama cantando un soneto 

“Sin embargo aun me parecía invierno; y pues estabais ausente y yo jugaba con ellas, como con tu sombra. Y llegara el día, en el que el Tiempo haya bebido tu sangre, cubierto tu frente de lineas, y el alba de tu juventud, pues ese día luego de haberme olvidado, reapareceré” *

 Resucita y garabatea en el anotador del teléfono. Recurre a su salvación, una butaca y un piano; que sueñan cuando el escala las piernas de la clave de sol, hasta el cabellos del bemol. El pianista retoma su sueño, donde ahora, sentada sobre su piano recita versos de su eterna vida recolectando sus lagrimas, fumando el humo de sus suspiros por otras bellas mujeres, llamándole desde adentro para que nunca le olvide. 


El pianista sonríe. Desde el umbral de su puerta una mujer levanta la mirada. 

2 comentarios:

Espérame en Siberia dijo...

¡Enhorabuena por tu Blog, encanto! :D

Matilde dijo...

que bueno ! :)